domingo, 15 de agosto de 2010

UNA EDUCACIÓN INTEGRAL PARA LA DIVERSIDAD

        Los seres humanos nos diferenciamos unos de otros ya no sólo en el aspecto físico sino esencialmente en lo psicológico, social, cultural y genético. Y que cada uno de nosotros transita por el mundo construyendo una historia propia que nos hace diferente de nuestros prójimos, aunque no dejemos de compartir aquellos rasgos básicos en que nos reconocemos como humanos.
        Sin embargo, en general la Institución Educativa no tuvo en cuenta ese dato tan "obvio" de la realidad: los procesos de diferenciación e individuación son constitutivos de los humanos.
        Vivimos en un escenario social complejo: se ha incrementado la cantidad de estudiantes con diagnósticos de déficit de atención, dificultades de aprendizaje y trastornos (como ataques de pánico o depresión); muchos alumnos traen consigo diferentes problemáticas de sus hogares, a menudo de importante gravedad y distintas presiones para las cuales aún son muy jóvenes; la violencia se ha instalado en el escenario escolar y su presencia es cada día más visible. Pero,s abemos que todos nuestros alumnos poseen habilidades e intereses diversos y son distintos aquellos temas que despiertan la curiosidad de unos y de otros.
        En este contexto, se nos presenta un nuevo desafío: cómo llevar adelante una educación de calidad, para la diversidad y la democracia real de nuestra localidad.
        La Institución Educativa, tal como la conocemos actualmente, es una institución nacida con el surgimiento de los estados nacionales modernos, con la expectativa de formar a los ciudadanos que debían participar crecientemente en la vida política, lograr integrar a la cultura nacional a aquellas poblaciones dispersas y diferenciadas económica, social y culturalmente y a las grandes masas de inmigrantes.
        Es por ello que, desde su misma creación, las instituciones educativas recibieron una orden homogeneizadora dentro del cual, para mejorar las condiciones de trabajo pedagógico, se implantó el modelo de graduación por edad (Piaget), cuyo propósito fue hacer gobernable la natural heterogeneidad etaria y organizar los niveles de instrucción.
        Pero entonces la homogeneidad traspasó sus límites de ordenamiento pedagógico y se transformó en serialización, en un rasero nivelador que anulaba toda diversidad captable simplemente por el sentido común, y negaba de hecho la filosofía que recalca la importancia del individuo, su libertad y autonomía, a tal punto que estos valores desaparecieron de las prácticas docentes por la pretensión de universalización homogeneizadora.
        Entonces es necesario aplicar una educación para la diversidad como aquella educación que contempla las diferencias de todos sus alumnos, como un desafío que se les presenta a todos los docentes y que ellos mismos pueden abordar desde sus prácticas cotidianas, para comprender a los sujetos que tienen en frente, que reconozcan y conozcan la diversidad en el aula.
        Es así que el docente no debe esperar "recetas" ni "soluciones mágicas", ya que las estrategias orientadas a educar para la diversidad no pueden reducirse a técnicas eficaces y generalizables. No obstante, es posible plantear la problemática, abrir el debate y la discusión sobre algunas alternativas y construir posibles soluciones para que la educación para la diversidad no sea una utopía ni una ilusión teórica, sino práctica real cotidiana.

                                         Creación de la Institución Educativa de Pariacolca
Quillo-Yungay-Ancash